El vasto interno forma parte del grupo muscular del cuádriceps (crural,
recto anterior, vasto interno o medial y vasto externo). Los cuatro músculos se
unen a la rótula a través del tendón del cuádriceps.
Sin embargo, de los cuatro músculos el vasto medial es el único que cruza la rodilla, jugando un papel fundamental en la estabilidad de esta articulación.
El vasto interno se activa normalmente cuando la rodilla está flexionada a partir de los 90 grados, que no es un grado de flexión al que se suela llegar, por lo que se suele producir un desequilibrio estructural.
En el movimiento de extensión de rodilla, la rótula es quien realiza la mayor tracción, excepto en los últimos grados que la fuerza la realizan puramente los vastos, especialmente el interno.
Una manera fácil de diagnosticar si existe debilidad en el vasto interno es hacer saltar a la persona sobre una pierna y si al caer, la pierna se dobla hacia dentro, será signo de debilidad muscular.
Ejercicios para fortalecer el vasto medial o interno:
1.
Ejercicios isométricos: sentado o tumbado boca arriba, colocamos
un cojín o una toalla doblada en el hueco poplíteo (debajo de la rodilla).
Apretamos con la pierna presionando la toalla o cojín contra el suelo.
Mantenemos la contracción durante unos segundos y relajamos.
2.
Tumbado boca arriba con una toalla o almohada debajo de
la rodilla. Realizamos una flexión dorsal del tobillo (llevamos los dedos hacia
arriba) y levantamos la pierna con la rodilla completamente estirada. Al bajar
hacemos una ligera flexión de rodilla.
3.
Sentadillas apoyados en la pared: para trabajar el
vasto interno, primero tendremos que anular la acción del aductor y para ello,
realizaremos una sentadilla sujetando una pelota blanda entre las rodillas (lo
que nos obligará a hacer fuerza hacia dentro con las rodillas y anular la
acción del aductor en las sentadillas). A continuación con la espalda apoyada
en la pared, descendemos lentamente hasta los 45º sin despegar la espalda de la
pared. Mantenemos unos segundos la posición y volvemos a la posición inicial
con las rodillas estiradas.
Todo
ello, debe ser guiado y supervisado por un fisioterapeuta, que nos irá
indicando la intensidad del trabajo, y aplicará las técnicas correctas
para cada fase de la lesión.
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